Ejercicios en camino 2025: peregrinaje, espíritu y comunidad

Veinticinco personas han recorrido en el mes de octubre los 150 kilómetros que separan Lleida de Manresa en una nueva edición de los Ejercicios Espirituales en camino, este año con el lema “Constructores de Paz”. La experiencia fusiona, a lo largo de seis jornadas, el reto físico de la peregrinación con la profundidad de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. En este viaje, los participantes han explorado no solo el paisaje de este tramo del Camino Ignaciano, sino también su mundo interior, tejiendo al mismo tiempo una sólida experiencia comunitaria.

El ritmo diario que estructura cada jornada armoniza cuerpo, mente y espíritu. Al comenzar el día, una sesión de conciencia corporal preparaba a los peregrinos para la ruta. Ya en marcha, las tres primeras horas transcurrían en silencio, generando un espacio de reflexión guiado por una ficha de trabajo y un audio con puntos de oración. Después, los participantes compartían sus vivencias antes de continuar el camino de manera más libre.

Por la tarde, una vez llegados al destino, cada peregrino recibía una llamada de un acompañante espiritual. Un punto clave de los Ejercicios Espirituales que ayuda mucho a la persona a procesar y objetivar lo que va viviendo. El día culminaba con una Eucaristía compartida y la puesta en común de las experiencias de la jornada. Este ritmo permitió que, a pesar de la exigencia, el cansancio físico se convirtiera, tal y como lo han expresado los participantes, en “parte del camino interior y comunitario”.

Los Ejercicios en camino ofrecen a los participantes un tiempo de silencio e introspección guiada, donde se les invita a abrir su “mochila” interior y afrontar sus preguntas, sin las interrupciones de la rutina y desde un profundo respeto por la libertad y el camino personal de cada cual, incluyendo a los no creyentes.

Uno de los elementos clave que enriqueció la experiencia fue la diversidad de los participantes. El grupo estuvo formado por 25 personas —21 peregrinos y 4 miembros del equipo de coordinación y apoyo—, con una franja de edad entre 25 y 80 años, y representantes de diversos sectores de la Plataforma Apostólica, desde escuelas hasta entidades sociales.

El espíritu comunitario se hizo visible en diversos detalles y en la ayuda mutua: el ritmo se adaptó para que todos los participantes pudieran completar cada etapa y el equipo de apoyo esperaba a los caminantes con los avituallamientos preparados.

Las valoraciones recogidas al final del camino fueron, de manera unánime, muy positivas, reflejando el impacto de la experiencia tanto a nivel personal como colectivo. Los participantes subrayaron la profundidad espiritual de una experiencia que les permitió una conexión más serena consigo mismos. “Caminar me ha ayudado a mirarme desde dentro con más serenidad y paz”, decía uno de los peregrinos. El silencio compartido durante las primeras horas de marcha, lejos de ser un inconveniente, también se valoró muy positivamente. Pero sin duda uno de los aspectos más destacados es la creación de vínculos: “No nos conocíamos, pero enseguida nos sentimos familia”, dicen. No sorprende, pues, que la definan como una experiencia muy recomendable, “especialmente para quien busca un espacio para reencontrarse desde la sencillez de caminar, el trabajo interior y la naturaleza”.

Para el equipo coordinador, el éxito de esta edición confirma la consolidación del formato. La valoración interna es “muy positiva”, destacando un clima de grupo maduro en el que la oración, el silencio y la convivencia se integraron con naturalidad. La experiencia, que crece principalmente gracias al “boca-oreja”, se ha consolidado como una vivencia capaz de “tejer comunidad” más allá de los ámbitos habituales de cada persona y se convierte en un espacio privilegiado de formación y encuentro para la Plataforma Apostólica de la Compañía de Jesús en Cataluña, fortaleciendo los lazos entre los diferentes sectores que la componen.

Los Ejercicios Espirituales en camino 2025 se convierten así en una experiencia de triple dimensión: un viaje a la propia interioridad, un encuentro auténtico con los demás y la construcción de una comunidad en movimiento. Su formato accesible lo convierte en una “puerta a la espiritualidad” ideal para perfiles muy diversos, incluidas personas con poca formación espiritual previa o incluso no creyentes, que encuentran en la sencillez de caminar una vía para conectar con la trascendencia.