Experiencia de sinodalidad en el taller de discernimiento

Por tercer año consecutivo la Escuela Ignaciana de Espiritualidad (EIDES-CJ)  convoca en Barcelona un grupo de 16 personas de perfiles y procedencias distintas  (laicos, religiosos, sacerdotes, personas provenientes de distintos carismas eclesiales) con el deseo de compartir experiencias de discernimiento apostólico en común (DAC) y avanzar juntos en el camino de la sinodalidad y el reconocimiento del Señor en la vida cotidiana.

EIDES-CJ desde la espiritualidad ignaciana, hace suya la invitación del Papa Francisco a hacer experiencia eclesial de sinodalidad en las iglesias locales y domésticas para trascender a niveles nacionales y continentales y colaborar a configurar así una Iglesia más sinodal.

Devenir Iglesia sinodal requiere hacer experiencia  de discernimiento en común a nivel personal, comunitario e institucional. Ejercicio que está en el centro de los procesos y acontecimientos sinodales. El grupo de trabajo que se reúne bimensualmente  permite, en palabras de una de las impulsoras, Montserrat Massó odn, “descubrir la llamada de Dios en situaciones históricas concretas, permitiendo la participación real y efectiva en la misión de la Iglesia, con la certeza que el verdadero protagonista es el Espíritu Santo.  En las sesiones del grupo de Discernimiento en común compartimos casos que responden a discernimientos apostólicos realizados por distintos grupos e instituciones, decisiones muy variadas: sobre hospitalidad, evangelización en instituciones educativas, propuestas en proyectos sociales, tareas de liderazgo, procesos comunitarios… se trata de señalar los pasos realizados a nivel metodológico, el impacto que ha producido en la vida personal, familiar, espiritual, profesional… interrogantes suscitados.” 

Uno de los documentos de trabajo que el grupo usa es el cuaderno EIDES número 89-90, una compilación de los textos de la Compañía de Jesús fundamentales sobre el discernimiento en común.

Este grupo de trabajo cuenta con una muy buena acogida. Las personas a las que se les propone participar tienen una respuesta positiva y agradecida que concretan implicándose en la dinámica propia del taller. Los participantes lo consideran de gran ayuda ya que les permite extender el DAC a distintos contextos, compartir y reflexionar experiencias muy plurales y sustentar anhelos de ejercitar el discernimiento en la vida cotidiana.

A los participantes de las ediciones de años anteriores se les ofrece la posibilidad de mantener el vínculo participando en una sesión conjunta con el fin de retroalimentar deseos de reconocer al Señor en la vida y compartir aprendizajes de nuevas experiencias.

Con los años, se constata que estas experiencias van generando una “manera de proceder” en nuestra vida cotidiana y nos ponen a la escucha del Espíritu.