Nos han dejado Héctor Vall y Carles Riera

Este jueves 13 de mayo tenemos que lamentar la muerte de dos jesuitas, en Sant Cugat del Vallès. Se trata del P. Héctor Vall i Villardell, que estuvo dedicado sobre todo al campo del ecumenismo y trabajando para hacer de puente entre las iglesias de Oriente y de Occidente; y el P. Carles Riera i Montserrat, que fue durante muchos años Administrador Provincial de la entonces Provincia Tarraconense de la Compañía de Jesús, tarea que combinó con la presencia y compromiso en los barrios de Esplugues de Llobregat y Badalona, donde fue un los impulsores de la Fundació Salut Alta. 

Héctor Vall: "La teología nunca puede ser algo teórico. Implica la totalidad de la persona"

El P. Vall tenía 85 años. Había nacido en Banyoles el 27 de octubre de 1935. Entró en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1954 y se ordenó sacerdote en el 67 en Barcelona. En Sant Cugat estudió Filosofía y Teología, y posteriormente, entre 1968 y 1973, amplió los estudios e hizo el doctorado sobre ecumenismo en Paris y en Alemania.

A partir de ese momento y durante 25 años trabajó en Cataluña como profesor de Teología Dogmática y Ecumenismo, y ocupando en esta etapa varios cargo en el ámbito académico. Fue, por ejemplo, miembro del Consejo de la Facultad de Teología de Barcelona y director del Instituto de Teología Fundamental de Sant Cugat, así como Consultor de la Comisión Episcopal Nacional de Ecumenismo. Tareas académicas que combinó con actividad pastoral, colaborando en el Fòrum Vergés o en la delegación diocesana de Pastoral Universitaria.

Entre 1998 y 2011 se traslada a Roma para ocupar el cargo de Rector del Pontificio Instituto Oriental. En Roma ejerce como profesor de Ecumenismo y forma parte de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo entre las Iglesias Católica y Ortodoxa.

La principal dedicación del P. Vall a lo largo de su, y por la que ha sido reconocido, es el trabajo en el ecumenismo y el acercamiento de las iglesias cristianas. "Somos iglesias hermanas: sólo es querer entenderse", decía en una entrevista. De la Compañía de Jesús y su misión destacaba su papel en las fronteras: "Hoy, nuestra frontera es la lucha por la justicia, la paz, la ecología, los derechos humanos".

Participó en el libro "Confesiones de jesuitas", donde destaca el entorno familiar que le favoreció "el esfuerzo, el trabajo, la armonía, la paz", y "una visión positiva de la vida". Y también habla de la importancia del contacto con la naturaleza y "la belleza que produce la vida en comunión con la naturaleza", que descubrió siendo niño y que más adelante conectaría con su experiencia espiritual a partir de los Ejercicios de San Ignacio. Confiesa la fascinación que siente ante el estudio de la teología: "es una gran luz, total, absorbente... porqué trata del destino humano, que también es único, total, absorbente. La teología nunca puede ser algo teórico. Implica la totalidad de la persona ".

Estos últimos diez años, residiendo en Sant Cugat y también en Palma de Mallorca, ha seguido colaborando como profesor emérito e invitado en varias instituciones universitarias, y comprometido en el ámbito ecuménico a través del Centro Ecuménico de Cataluña y la Comisión Ecuménica de la Diócesis de Terrassa. También ha estado activo en el ámbito pastoral y de espiritualidad dirigiendo durante tres años la Casa de Ejercicios Espirituales de la Compañía de Jesús en Mallorca.

Carles Riera, presencia comprometida e inspiradora en el barrio de la Salut Alta de Badalona

También nos ha dejado el P. Carlos Riera Montserrat, que había nacido en Barcelona el año 40. Con 25 años entró en el noviciado de la Compañía de Jesús en Raimat y en 1974 se ordenó sacerdote.

Carles Riera fue, durante muchos años, Administrador Provincial de la entonces Provincia Tarraconense de la Compañía de Jesús. Una tarea que combinó siempre con la presencia en los barrios y en las comunidades, sobretodo en Esplugues de Llobregat, donde colaboró en la parroquia de Santa Gemma entre 1974 y 1995, y en Badalona, en el barrio de La Salut Alta. Allí formó parte de la primera comunidad de jesuitas que se instaló y allí ha vivido durante 26 años, hasta hace poco.

Ha sido uno de los referentes de inserción vital y actividad misionera de la comunidad jesuita en este barrio. Carlos hacía trabajo pastoral y social desde la capilla de San Juan Bautista, que se convirtió en un espacio abierto al barrio y con vocación de acompañar. Estaba profundamente comprometido con la realidad del barrio, donde fue uno de los impulsores de la Fundación Salut Alta, entidad social que acompaña niños y familias en situación de vulnerabilidad. "Carlos Riera fue el alma", explica su compañero jesuita Isidro Ferreté, "y ahora es una entidad bien arraigada".

Precisamente el pasado 20 de septiembre de 2020, en la misma Capilla de San Juan Bautista, recibía una emotiva despedida por parte del barrio. En ese momento, la directora de la Fundación Salut Alta, Maria Nadeu, le agradecía su presencia inspiradora al patronato y su apoyo en todo tipo de cuestiones: "ha sido un gran apoyo, con su mirada pícara y a la vez cariñosa, que nunca sabes qué piensa exactamente, pero que sabes que estará allí, pase lo que pase".