De la herida al corazón del mundo: ¿qué nos dice hoy la conversión de Ignacio de Loyola?

Hoy 25 de marzo se cumplen 500 años desde que Ignacio de Loyola llegó a Manresa, procedente de Montserrat. Es uno de los momentos centrales de la efeméride que estamos recordando a lo largo de todo este año: la herida y la conversión de quien más adelante se convertiría en el fundador de la Compañía de Jesús.

Un cambio personal que marca un antes y un después de la historia espiritual de occidente y que nos interpela también hoy. Por este motivo, seis testimonios nos explican, cada uno desde su experiencia en ámbitos diversos, qué supone hoy la conversión de Ignacio como motor de transformación personal y social. Nos hablan, sobre todo, de la necesidad de prestar atención al interior, al silencio y a las heridas, para estar en el mundo con una mirada nueva y transformadora.

"Ignacio es el hombre que busca, el hombre que se pregunta"

Josep Rambla, jesuita y teólogo, experto en espiritualidad ignaciana, define a Ignacio como el hombre que busca y pregunta: “la pedagogía que nos legó a través de los Ejercicios Espirituales nos lleva a ser personas de pregunta, antes que personas de respuesta”, dice. La interioridad que propone Ignacio no debe confundirse con aislamiento o soledad, aclara Rambla, porque concilia la mirada hacia el interior y hacia el exterior, de tal modo que nos habla de estar en contacto con la realidad pero sin dejarnos arrastrar.

 

“Cuando te hieren o te ocurre algo imprevisto, te detienes, y entonces hay un movimiento interior, Ignacio ayuda a escuchar los movimientos interiores y poder releer la vida”

Lo afirma Montse Prats, educadora social. Desde la comunidad de Ouja, en el norte de Marruecos, en la frontera en Argelia, reflexiona sobre la conversión de Ignacio, desde la experiencia de contacto con la frustración de tantas personas que están viviendo un proceso migratorio muy complicado y que, sin embargo, mantienen la esperanza.

Justamente, para Xavier Melloni, jesuita, antropólogo y teólogo, Ignacio nos enseña a ir hasta el fondo de la herida: no quedarnos en la herida exterior sino ver qué la provoca, y llegar hasta descubrir la herida interior. "Este es el reto del quinto centenario", dice Melloni.

"Es necesario ver nuestra realidad y nuestras relaciones de otra manera”

Aplicándolo al trabajo en el ámbito de la ecología y el compromiso con la tierra, Pady Miranda, ingeniera técnica agrícola, considera que la conversión de Ignacio nos invita a mirar las cosas de otra forma y saber ver cosas nuevas en lo que vemos todos los días. “Hay muchas cosas de las que debemos convertirnos: el consumo desenfrenado, el cuidado de las personas que nos rodean… hay que ver nuestra realidad y nuestras relaciones de otra manera”.

 

Por su parte, la catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Pompeu Fabra Julia López nos habla desde el mundo profesional e intelectual. Destaca el silencio y el discernimiento como dos elementos fundamentales de Ignacio que debemos saber incorporar a la vida profesional, tanto a los logros como a los fracasos.

En el ámbito de la educación, la huella de la experiencia de Ignacio es clara en la pedagogía ignaciana, e invita a recorrer un camino de autoconocimiento que nos ayude a descubrir nuestra verdadera vocación y situarnos en el mundo. Para la directora de pedagogía e innovación de Jesuïtes Educació, Minerva Porcel, Ignacio pone de relieve la necesidad de dar espacio y tiempo a estos procesos de conversión.

Todos estos testigos participaron en el curso “De la herida al corazón del mundo”, organizado por el centro de estudios Cristianismo y Justicia entre octubre y noviembre de 2021. Puede encontrar sus impresiones aquí.