"Tenemos que considerar como criminales las políticas que blindan fronteras y levantan muros"

59 millones y medio. Esta es la cifra de personas que el año 2014 se encontraban desplazadas de su lugar de origen debido a persecuciones, conflictos, violencia generalizada o violaciones de derechos humanos. Son 8,3 millones de personas más con respecto al año 2013.

El centro de estudios Cristianismo y Justicia acaba de publicar en el último número de la colección Papeles "Refugiados. Víctimas del desgobierno y la indiferencia", escrito por los jesuitas Pau Vidal, responsable del proyecto del JRS en Maban (Sudán del Sur) y Santi Torres, director adjunto de Cristianismo y Justicia y de la Fundación Migra Studium. Analizan las causas de un incremento muy preocupante, y se plantean maneras de dar una respuesta que no puede esperar.

Este aumento se debe en buena parte a la guerra de Siria, que ya ha provocado la que se considera una de las más grandes crisis de refugiados de la historia y que ha logrado despertar la atención internacional. Pero también contribuyen al agravamiento de conflictos en todo el mundo, que se desarrollan generalmente en medio de un silencio mediático mortal, como en Sudán del Sur, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Afganistán, o el conflicto del Este de Ucrania entre otros. "Desde principios de siglo no había en el mundo un mapa de conflictos tan extenso y con tantos fuegos abiertos a la vez como el que tenemos en el presente", alerta el documento.

Ante este drama, "tenemos que considerar literalmente como criminales aquellas políticas de seguridad que tiendan a blindar fronteras y a levantar muros", denuncian los autores. Y por eso reclaman también la implicación e insistencia de las opiniones públicas de los países potencialmente acogedores a la hora de reivindicar soluciones.

"Las soluciones puestas en marxa para garantizar una vida digna a los refugiados son absolutamente insuficientes", aseguran. Lo demuestra el hecho de que durante el año pasado poco más de 125.000 refugiados pudieron regresar a su casa, mientras que con medidas de reasentamiento o incorporación en otros países sólo se acogieron cerca de 140.000 personas. Mientras tanto, millones de refugiados siguen sobreviviendo en campos en duras condiciones de vida o emprenden trayectos desesperados en los que asumen, como dramáticamente estamos viendo estos días, enormes riesgos para sus vidas.

Los autores del documento piden "una reacción de los estados y de los organismos internacionales", con una reactivación del papel de Naciones Unidas en cuanto a la prevención y resolución pacífica de conflictos, así como dar mayor relevancia a las políticas de reasentamiento y acogida.

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