Lectura de la Laudate Deum

Esta semana se ha publicado la exhortación apostólica del papa Francisco Laudate Deum que da continuidad, completa, y refuerza la encíclica Laudato SI, con la que Francisco ya trazó una visión de la cuestión medioambiental en la que la crisis climática está íntimamente relacionada con la dignidad de la vida humana.

Nos acercamos a este nuevo texto a través de las aportaciones de tres jesuitas implicados en el estudio de la cuestión ecológica y el impulso al cuidado de Casa Común, una de las áreas señaladas entre las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús. Para José Ignacio García, director de Cristianisme i Justícia y coordinador del Cuidado de la Casa Común en la Compañía de Jesús en España, con Laudate Deum, el papa Francisco “además de querer impulsar un nuevo multilateralismo internacional que se ponga en un camino de transformación económica y social, también se dirige a los católicos. Nos invita a superar escepticismos y prejuicios, y a tomar conciencia de la gravedad de la crisis climática”.

"un ejercicio de insistencia frente a la indiferencia"

Llorenç Puig, miembro de la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS, define Laudate Deum como "un ejercicio de insistencia frente a la indiferencia". Destaca la voluntad del Papa de reafirmar con más fuerza lo que ya planteó en la Laudato SI, para hacer frente a las resistencias que todavía existen al respecto. Por eso, afirma Puig, "frente a las resistencias y confusiones con las que a veces fue recibido el diagnóstico de la Laudato SI, el Papa aporta más datos sobre los efectos medioambientales de la actuación humana, y más elementos de reflexión".

Es de la misma opinión Jaime Tatay, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, quien en el artículo publicado en Catalunya Cristiana destaca que “en su intento de explicación y denuncia, Francisco intenta aclarar la confusión mediática, los intereses económicos y los malentendidos políticos que han rodeado el debate climático, pese al amplio consenso científico sobre la gravedad del problema del calentamiento global y su origen antrópico.”

"la matriz del pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos ciega"

Entrando en los elementos que intervienen en la crisis climática, José Ignacio García destaca la denuncia del Papa de que “la matriz del pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos ciega y no permite ver que el aumento de poder no ha supuesto progreso para la humanidad”. Del mismo modo, el texto deja claro que esta crisis no tiene que ver sólo con la física o la biología, sino también con la economía y nuestra forma de concebirla”. A este respecto, para Llorenç Puig es “novedosa la reflexión que nos ofrece sobre el poder que nos confiere la tecnología, y la necesidad de reforzar las consideraciones éticas ante las posibilidades que nos ofrece”.

"la importancia de reconfigurar y recrear el multilateralismo"

Y entre los llamamientos que realiza la exhortación apostólica a la acción, cabe mencionar el detalle con el que aborda la cuestión medioambiental desde la perspectiva de las relaciones internacionales. Para Jaime Tatay, "no es casual que el líder espiritual de una comunión global como la católica insista en la importancia de reconfigurar y recrear el multilateralismo, dedicando a ello casi la mitad de la exhortación". Llorenç Puig pone el foco en la contundencia del texto a la hora de pedir que se refuercen los mecanismos de control y la exigencia en el impulso de los acuerdos.

Por último es importante el apartado que dedica a la capacidad de compromiso y actuación de cada uno de nosotros, frente a la inacción, el desánimo o el escepticismo. Aquí es donde, en opinión de Llorenç Puig, "se revisan nuestras motivaciones espirituales, que vienen de la fe, pero que todas las personas de buena voluntad y de las diferentes tradiciones encontrarán también en su interior". Motivaciones, dice el profesor de IQS, que nos ayudarán a no desfallecer, porque como dice Francisco en Laudate Deum, “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vivir y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas”.